Vivir en constante alegría

 
La vida espiritual tiene sus altos y bajos es como un camino que a veces pasa por el desierto donde sentimos la sequedad, otra por frondosos bosques donde podemos descansar bajo un árbol otras por empinadas montañas donde debemos escalar para poder cruzar , otras por senderos llenos de flores, otras por lluvias torrenciales otras por agradable sol y fresca brisa. La tentación es siempre el hacer este camino concentrados en lo que parece ser adversidad, ya sea el sol tan fuerte, o la sombra tan húmeda, o lo empinado del camino, o el aroma de las flores que es demasiado fragante, o lo mojado de la lluvia… estamos en el paradigma de la negatividad. Todo nos molesta lo bueno y lo malo….Si queremos crecer en santidad debemos cambiar nuestro paradigma, y mirar con otros ojos cada suceso de nuestra vida… entrar en el paradigma del Amor el paradigma de la Divina Providencia… Recordar que en el desierto es donde fortalecemos la voluntad y la perseverancia, en el bosque frondoso es donde podemos disfrutar del descanso, en la montaña es donde crecemos en fortaleza, y así con cada evento dificultad o consolación en  nuestra vida  espiritual, sabemos que Dios nos da aquello, para hacernos avanzar y crecer, nos proporciona todo como  padre amoroso, desde la tribulación a la gracia, para que lleguemos a la meta final. EL ser humano es complejo estamos hechos de cuerpo y alma, dotados de inteligencia y emociones, de voluntad y de virtudes. Dios quiere que usemos cada una de estas aéreas de nuestra existencia para ser aquellas personas que EL pensó cuando nos creo. En esencia ya lo somos, pero el desafío es  expresar en cada minuto de nuestras vidas esa realidad de hijos de Dios. Vivir en constante alegría, como Santa Teresita del Niño Jesús, o como el Padre Hurtado, como tantos santos que vivieron con la alegría a flor de labios… se puede, PODEMOS!

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